
Mioquinas, origen e importancia clínica
Tradicionalmente, la masa muscular ha estado asociada con el desarrollo de funciones estructurales relacionadas con el movimiento físico, la fuerza y el mantenimiento de la postura y el balance corporal. No obstante, el descubrimiento de un grupo de proteínas producidas por el miocito, llamadas mioquinas, ha ampliado dramáticamente la visión que se tenía sobre la importancia del músculo para la salud. Revisemos brevemente qué se sabe al respecto.
LA MASA MUSCULAR
La masa muscular comprende casi la mitad de la masa corporal. Dependiendo del segmento corporal evaluado (tronco o extremidades), en los hombres, la masa muscular puede representar alrededor del 38-54%; mientras que, en las mujeres puede representar entre 28-39%. En general, la masa muscular explica casi el 40% del peso corporal lo que equivale a unos 20-30 kg.
La masa muscular está compuesta por los miocitos o también llamados fibras musculares. Estas células, a su vez, están compuestas por 75% de agua, 20% de proteínas contráctiles y 5% de otros elementos (hidratos de carbono, lípidos, mioglobina y más). Esta composición puede variar ampliamente de persona a persona dependiendo de la edad, la actividad física, la presencia de obesidad u otra enfermedad. En el primer caso, se sabe que las personas a partir de los 40 años enfrentan una pérdida promedio de 1.5% de su masa muscular por año. La obesidad, la diabetes mellitus u otras enfermedades, por otro lado, generan un incremento en el contenido de lípidos tanto en el interior como en los alrededores del miocito (1).
FUNCIÓN DE LA MASA MUSCULAR
Los músculos están ligados a los huesos a través de tendones o de estructuras parecidas a tendones que permiten el movimiento a través de contracciones que son trasmitidas al esqueleto. Estas contracciones proporcionan la fuerza y la estabilidad necesarias para llevar a cabo todos los movimientos corporales (2).
Tradicionalmente, las funciones de la masa muscular han sido circunscritas a temas estructurales tales como, el movimiento físico, la fuerza o el mantenimiento de la postura y el balance. Sin embargo, en las últimas dos décadas se han podido identificar otras funciones igualmente importantes como, por ejemplo, ser el principal almacén de proteínas en el organismo, sintetizar y almacenar glutamina, contribuir con la regulación de la glucemia y funciones hormonales asociadas con la producción de unas proteínas denominadas mioquinas.
LAS MIOQUINAS
Las fibras musculares, en respuestas al ejercicio físico, producen mioquinas – citoquinas sintetizadas específicamente por el miocito – y otros péptidos que pueden ejercer efectos autocrinos (autoregulación), paracrinos (regulan la función de células vecinas) y endocrinos (regulan la función de células distantes).
Las mioquinas identificadas hasta el momento incluyen: la IL-4, la IL-6, la IL-7, la IL-15, la musclina, el Factor inhibitorio de Leucemia (LIF, por sus siglas en inglés para (Leukemia inhibitory factor, la catepsina B, la irisina, la decorina, la FSTL-1, LA FGF-2, la parecida a la meteorina, la angiogenina, la osteoprotegerina, entre otras.
Las mioquinas regulan funciones clave para la salud de las personas en el cerebro (cognición, apetito), en el intestino (regulan la producen de incretinas), en el páncreas (regulan la secreción de insulina), en el hueso (regulan la renovación y osificación), en la piel (regulan el envejecimiento), en el tejido adiposo (reducen la acumulación de grasa a nivel visceral y promueven la metabolización de la grasa almacenada en el cuerpo), en el sistema inmunológico (fortalecen la respuesta inmune) y en general mejoran considerablemente el metabolismo de lípidos y glucosa. Por ejemplo, la IL-6, una mioquina producida por los miocitos en respuesta al ejercicio físico presenta efectos antiinflamatorios sistémicos (3); la irisina y la catepsina B estimulan la síntesis del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés para Brain-Derived Neurotrophic Factor), una proteína que estimula la neurogénsis, previene el deterioro cognitivo y ayuda a mantener la plasticidad sináptica;
CONCLUSIÓN
El ejercicio físico regular (sin necesidad de buscar una masa muscular exagerada) y un consumo adecuado de energía protegen la masa muscular del deterioro asociado con el desarrollo de una enfermedad. Esta protección, a la vez, es una de las principales barreras de defensa de las que disponemos para hacer frente a la enfermedad.
Robinson Cruz
**Robinson Cruz es director general del Instituto IIDENUT. Cuenta con 24 años de experiencia como nutricionista clínico, especialista en Bioquímica aplicada a la Nutrición y más recientemente como especialista en nutrición oncológica. Es investigador y docente invitado en los programas de nutrición de pre y posgrado de decenas de universidades en 20 países de Iberoamérica. En este tiempo ha formado miles de profesionales de la nutrición, ha publicado casi una docena de libros y cientos de comunicaciones relacionadas, entre otras actividades. https://orcid.org/0000-0002-8056-1822
Referencias Bibliográficas
- Goodpaster BH, Thaete FL, Kelley DE. Composition of skeletal muscle evaluated with computed tomography. Ann N Y Acad Sci. 2000 May;904:18-24. doi: 10.1111/j.1749-6632.2000.tb06416.x. PMID: 10865705.
- Brooks SV, Guzman SD, Ruiz LP. Skeletal muscle structure, physiology, and function. Handb Clin Neurol. 2023;195:3-16. doi: 10.1016/B978-0-323-98818-6.00013-3. PMID: 37562874.
- Severinsen MCK, Pedersen BK. Muscle-Organ Crosstalk: The Emerging Roles of Myokines. Endocr Rev. 2020 Aug 1;41(4):594–609. doi: 10.1210/endrev/bnaa016. Erratum in: Endocr Rev. 2021 Jan 28;42(1):97-99. doi: 10.1210/endrev/bnaa024. PMID: 32393961; PMCID: PMC7288608.
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